jueves, 12 de enero de 2017

Tiempos...

Eran tiempos en los que mi mente, mi cuerpo y mi espíritu estaban comprometidos en crecer y el medio era entrenar. Claro, también estaban el trabajo y el estudio, pero no eran algo que sintiera con tanta pasión. 
De Lunes a Sábados eran uno o dos turnos dependiendo el día. Recorría Piedra Buena , Mataderos, Lugano, trotando, caminando o en colectivo. Con lluvia, con sol, con frío, con calor, nada importaba...hasta llegar al Dojo, mi prisegundo hogar. 
Un día se me ocurrió que no era sufieciente, y hacía poco había empezado un curso llamado "Black Scorpions", era cuestión de unos meses para que empezara el próximo. Decían que era muy arduo , y realmente era bastante heavy. 
Lo empecé un día de muchísimo calor (Domingo), nos habían encargado para llevar varias cosas, entre ellas buzos (para que las balas de pintura que te tiraban no te dejaran tantos moretones ni te cortaran), el primer día lleve un buzo finito, pero el segundo ya me mandé en remera. El calor era insoportable! (Cuando lo finalicé me entere de que me decían kamikaze)
De 8:oo a 12:00 de la mañana, en ese galpón con techo de chapa...olvidate. 
El primer día entrabas y se cerraba el portón , el profesor encapuchado,vestido de militar y sus ayudantes te daban la "bienvenida".  Un compañero se fue al minuto y medio. Ah , (tenias que tocar una campana cuando te ibas, obviamente para no volver mas) . Otros duraron una hora, y así se fueron yendo hasta que quedamos cinco aproximadamente. 
Nos hacían pruebas, golpes y esas cosas que lleva un entrenamiento militarizado, el que está un poco en eso sabe...  
Ese primer día fue duro, me fui caminando a casa (no se cómo), repleta de moretones, cortaduras y dolores, esa ducha que me di cuando llegué fue la más dolorosa de mi vida. Nunca creí que darse un puto baño podía ser tan duro . Luego me recosté en la cama, sin casi poder moverme esperando la comida. 
Lo loco, es que era justo lo que estaba buscando. Al otro día ya pude reírme de toda la situación , a pesar de los dolores.
En ese curso me enseñaron muchas cosas, muchísimas. Y aunque mi familia no estaba de acuerdo (excepto mi viejo), me alegra haber dado la espalda a las opiniones ajenas a mi. 
Todos estos entrenamientos tienen un fin. Logré saber defenderme, ser segura de mi misma, saber cuando irme y cuando quedarme, qué hacer ante ciertas situaciones, y hasta pude defender a otros en situaciones extremas. 
Logré acostumbrarme al dolor, y aunque parezca algo malo, aprendí... que en la calle no hay reglas, y si alguien quiere hacerte daño no va a venir a darte una caricia, y que aveces estas cosas pasan en nuestra propia familia, lamentablemente. Y no importa a quien tengas adelante, las reglas son las mismas. 
El curso junto con el entrenamiento, me abrieron la brecha de dolor, y la primera vez que me di cuenta, fue en una clase de cocina, en la cual, estábamos elaborando una preparación que tenía que llevar liquido hirviendo, por error, ese liquido calló en mi brazo. Veo que el ayudante de cocina va corriendo a buscar un trapo húmedo y viene a ponerlo en mi brazo. Yo...inmutable, él me mira asombrado y me dice: estas bien?, y sin sentir nada le respondí que si . Fue muy loco darme cuenta que los efectos del dolor cada vez eran parte de mi. 
Sólo dos finalizamos el curso, y luego seguimos camino. 
Siempre enfocando la mirada en crecer...
Eso, es lo mas importante, crecer, nunca estancarse... vivir, lo más apasionadamente que se pueda.
La vida da vueltas, giros, es como una montaña rusa, la desembocadura de un río que no podes frenar, por eso hay que prepararse y además, no remar contra la corriente (que es lo que nos enseñan). 
Muchos van a darte la espalda o van a señalarte como un bicho raro, pero eso es lo que menos importa, uno siempre tiene que enfocarse en sí mismo. 
Otros te odiaran por creer que les haces o hiciste algo, porque se enfocan en lo externo, porque creen que no pueden controlar sus emociones. De eso se trata todo esto, entrenar te ayuda a controlar tus emociones, tu cuerpo, te enseña a hacerte cargo de ti mismo. Sabes que cómo te sientas depende de vos.
Algunos verán como creces y te preguntarán ¿Cómo lo haces? Y sólo entonces podrás brindarle una mano. 



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